Más allá del salario
“Cómo mi papá va a arreglar la casa nos toca buscar donde irnos, averigüe un apartamento en el pueblo, pero no me sale. Pues don A me ofreció quedarme en la casa de él porque el casero se le va para España y yo acepté. Don R también me ofreció, pero en otra finca y yo la verdad no voy a desacomodar al niño que está en la escuela”
Me contaba Rodrigo (nombre ficticio) mientras me mostraba las aguas del potrero, una actividad de entrega ya que nos notificó su renuncia después de trabajar con nosotros 2 meses y medio.
Quienes me conocen saben que tengo cierta afinidad por el campo, entre mis olores favoritos están el de potrero y de caballo. Así que parte de mi tiempo libre lo dedico a ayudarle a mi papá a manejar un pequeño lote de ganado qué engorda cada 2 años.
Este es un hobby/trabajo del cuál he aprendido muchísimo en los últimos 4 años y un mundo del cuál no soy en lo más mínimo una experta. Ha sido un recorrido de estudiar, observar, preguntar y experimentar. La mayor dificultad a la que me he enfrentado durante este proceso "ganadero" ha sido el equipo.
En todas partes lo leemos: “los jóvenes no quieren trabajar en el campo”, los que se quedan son mayores de 50 (me atrevería a decir que mayores de 60) duran poco, es una población qué se mueve constantemente, renuncian a los 3 meses (o no llegan), en diciembre desparecen y no regresan hasta pasado febrero del siguiente año.
Es compleja la situación en el campo, y este es un tema que tiene mucha tela para cortar. La tecnología en el agro es escasa, las tierras lejanas y mal conectadas, sacar una fruta, verdura o un animal es casi que un acto de fe y eso que es lo que nos mantiene vivos. Es la alimentación de las ciudades, lo más preciado en cualquier sociedad LA COMIDA.
En esta conversación con Rodrigo me llamó la atención descubrir que varios de nuestros vecinos (incluido el que nos lo recomendó) le ofrecieron trabajo mientras estaba con nosotros, no los culpo. Realmente es difícil encontrar personal y Rodrigo demostró ser una joya (además de ser JOVEN), un verdadero unicornio.
Mi sorpresa está orientada hacia el reto, cómo hacer para que una persona como Rodrigo quiera quedarse con nosotros: ofrecemos un salario justo (con todas las prestaciones, que con tristeza he encontrado que no todos pagan), estamos bien ubicados (cerca de donde vivía), un horario ajustado a sus necesidades, bonificaciones, etc. No es suficiente.
He tenido otras experiencias en otra zona del país, en dónde la ubicación es lejana, mal conectada (a 4 horas del pueblo más cercano y sin carretera) y en donde hemos hecho adecuaciones grandes para que la casa sea el mejor vividero, conectado a internet satelital, con agua limpia y suficiente los 360 días del año (así estemos en un verano), energía todo el tiempo (que no falle con las tormentas, o efectos adversos del clima), etc.
Alguien que trabaja en una empresa en la ciudad y vive en esta, podrá estar pensando OBVIO como no van a tener los servicios básicos. Pero para aquellos que conocen las profundidades del campo sabrán el reto que esto implica, empezando por entrar equipos como paneles solares en el lomo de una mula.
Realizar estas adecuaciones definitivamente fue fundamental para el equipo, sin embargo, no es suficiente para tener un equipo estable. El encargado permanece con nosotros desde hace 5 años, pero sus ayudantes (usualmente jóvenes) duran entre 4 y 10 meses.
Tremendo reto, me hace valorar mucho a aquellos empresarios/campesinos que trabajan para que tengamos todos los días un delicioso plato de comida.
Tengo muchísimas preguntas ¿Cómo hacemos para que la rotación sea menor? ¿Qué podemos ofrecer para ser diferentes y competitivos frente a otras fincas? (que no se quieran ir a pesar de que les ofrezcan trabajo) porque el concepto de un BUEN EQUIPO, alineado y entrenado es entendido por todos aquí. Es el pilar de cualquier negocio.
Una propuesta tradicional no es la salida, el salario tampoco lo es. Porque muchas veces llegan sin un peso, trabajan unos meses, ahorran o mandan dinero a sus familiares y en diciembre se van, a pesar de tener la posibilidad de sacar vacaciones no lo hacen. Renuncian y se van… Hasta febrero del año entrante.
Y aunque la mayoría de las personas que permanecen en el campo son mayores (y de la mejor calidad) me he encontrado con jóvenes en la ciudad que nacieron en pueblos y añoran regresar al campo. ¿Qué nos hace falta?