¿Por qué seguimos pensando que el trabajo sin descanso es la clave del éxito?
"La mejor combinación para el trasnocho es un café bien cargado con ron, pero ojo, que, si le echás mucho ron, te emborrachás", me dijo un primo cuando le conté que iba a estudiar Ingeniería de Diseño.
Según esa lógica, prepárate para trasnochar. Sabíamos que era una carrera en la que, para cumplir con las entregas de los proyectos, se trasnochaba o se pasaba derecho. Menos mal no tuve que recurrir al brebaje, pero muchos de mis compañeros sí se quedaban hasta tarde en el taller o pasaban derecho. Siendo una persona mañanera, siempre preferí levantarme temprano antes que trasnochar, y realmente fueron pocas las veces que me quedé hasta tarde.
Hace poco estaba pensando en ese brebaje y en cuántos trabajos y situaciones nos transmiten ese mensaje preconcebido. Me explico: vas a estudiar arquitectura… a trasnochar; vas a trabajar en una agencia de publicidad… no tendrás fines de semana; aceptas un cargo nuevo… hay que trabajar horas extras para "dar la talla".
Está claro que hay profesiones en las que es necesario trasnochar (como porteros, enfermeras, médicos, policías, etc.), pero me atrevo a decir que en la mayoría no es así. Nos hemos convencido de que debemos estar ocupados todo el tiempo para ser productivos, que tenemos que dar más y "matarnos" porque el cargo lo merece. Si el jefe escribe los fines de semana y las reuniones son después de las 6 p. m., terminamos atrapados en la misma dinámica.
Y no me parece mal si eso te apasiona, si en una etapa de tu vida te emociona quedarte hasta tarde, dar más y crecer. Muchos de mis compañeros en la universidad decían que les fluía más trabajar por la noche, los talleres estaban más vacíos y parecía que realmente lo disfrutaban.
Pero para otros, no es así. Y veo a muchas personas cansadas, que sienten que no tienen tiempo para nada y que intentan sacarle más minutos al día. Se ven frustrados y con toda la razón, ese sentimiento de que no tuviste tiempo para hacer algo que te importa “hoy no alcancé a hacer nada” (así hayas hecho de ¡todo!)
¿Cuántas de estas situaciones son reales y cuántas las hemos inventado? ¿Realmente tienes que trasnochar o trabajar el fin de semana porque te ascendieron? ¿Es necesario enviar ese reporte el viernes a las 7 p. m.?
Te has preguntado: ¿Quién lo va a leer un sábado? Y si es el primer correo del lunes, ¿realmente es prioritario para quien lo recibe? No estamos seguros de que sea el primero en abrirse… o ¿sí?
La era del afán nos tiene atrapados. Creemos que, si corremos en el carro, nos saltamos varios por el carril de al lado o no dejamos meter a alguien que está saliendo, llegamos más rápido. Pero, si lo analizas, te ganaste 1 o 2 minutos. ¿Son suficientes para todo lo que intentamos meter en un día?
Últimamente, me he obsesionado con el manejo del tiempo. Supongo que se vuelve necesario cuando experimentas un cambio drástico en tu rutina. Y después de probar varias cosas, he llegado a estas conclusiones:
La mayoría de las cosas NO son para YA.
NO necesito correr a todas partes.
NO tengo que contestar correos ni chats inmediatamente.
Una buena planeación, saber desde el principio del día cuáles son tus prioridades y escogerlas razonablemente (1 o 2 máximo), te ayuda a enfocarte.
Perdemos demasiado tiempo en distracciones, y eso incluye las laborales (responder correos y chats).
Que todos trasnochen o madruguen no significa que tú también debas hacerlo. Cada uno sabe cuáles son sus horas más productivas.
El descanso y ocio son fundamentales. Sin estos, no hay recarga de energía (no importa cuántos cafés tomes o cuántos chocolates comas).
El "to-do list" no es para todos. Si es demasiado ambicioso, estresa.
El día tiene 24 horas, ni más ni menos, y de estas, 8 son para dormir. No hace falta quitarle horas al descanso, eso solo nos va a cansar y hacer menos productivos.
Siempre hay eventualidades, así es la vida…. Y por eso es divertida.